Me llamaban gorda en el colegio tanto niños compañeros de clase como algunos profesores. También en la calle. Recuerdo un día, con 7 o 8 años, que la profesora me dijo que leyera una parte del libro diciéndome “¡venga, tú, gorda, lee!”. Así día tras día. Crecí sabiendo que era gorda y pensaba que no valía lo mismo que otras niños porque no querían jugar conmigo. Había chicas de mi colegio, también vecinas del barrio, que me insultaban cuando pasaba por su lado y no me dejaban entrar en ciertas calles de la zona porque era donde ellas jugaban. Una vez, quise subirme a los columpios de metal del parque, pero el guardia salió rápidamente y me dijo que estaba demasiado gorda para subirme y que los iba a romper. Nunca me dejó subirme.
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